23.11.11

Virgencita

Perdón por no escribir, casi no puedo.

Llevo varios días con una especie de tic molestísimo en el brazo derecho.  De modo compulsivo e incontrolable, me santigüo una y otra vez, una y otra vez.

Y al tiempo, me oigo decir, por lo bajini:

- Virgencita, que me quede como estoy. Virgencita, que me quede como estoy. Virgencita, que me quede como estoy. Virgencita, que me quede como estoy...

1.11.11

Los muertos

Ayer, en casa de la madre de la Baronesa, pusieron un altarcito. En una mesilla de noche, una velita rodeada por fotografías de los que ya se convierten en polvo o ceniza. Las fotos rebasaban ya los bordes de la mesilla, amenazando caerse. Cuando se lo comenté de modo jocoso a mi suegra, me dijo "pues a ver cuándo me voy yo también para allá, porque para estar aquí así de jodida..."

Cumplimos años o los gastamos, y una de las consecuencias directas es que cada vez conocemos más gente en el otro barrio, y de modo inevitable nos queda menos gente querida de este lado.

¿Entonces, para qué malgastar el tiempo con tristezas sobre los que se fueron? Prefiero recordar los buenos momentos con ellos, y agradecerlos. Me cierro a la tristeza de la ausencia. Miro a mi alrededor y veo a quien tengo cerca, disfruto de su presencia, la agradezco también.

Carpe diem.

20.10.11

Tonto el que lo lea

Me consideraba yo a salvo de prejuicios como los que observo en algunos de mis más queridos. Alergia a las películas americanas, a Woody Allen, a la música minimalista o a la ciencia-ficción. Me precio de comer de todo -dice mi hermano que somos de piara-, y del mismo modo, escucho, leo y veo de todo

Sin embargo, noto que últimamente me empieza a producir una cierta aversión un tipo de literatura que un paciente idiota de mi Baronesa definió de un modo insultante como "literatura para mujeres". Justamente el libro que mereció ese calificativo me había sido recomendado por el señor Ingalls hacía poco. Cuando lo leí no me quedó más remedio que dar la razón -en parte- al idiota y quitársela a mi querido profesor.

El otro día una compañera y yo nos enseñábamos nuestros Kindles e intercambiábamos libros y opiniones. Y caí en la cuenta de que últimamente he leído unos cuantos libros de esos que a uno le recomiendan quienes bien le quieren, pero lo único que consiguen es prevenirle contra futuras recomendaciones.

Vaya una pequeña lista no exhaustiva, por si puede prevenir a algún incauto que piense que la calidad de los libros es directamente proporcional a los ejemplares vendidos por Círculo de lectores. Quien los quiera leer, allá él. Pero si consigo disuadir a alguien, lo consideraré mi buena obra del día. Tal vez debería advertir que desvelo tramas, pero si con eso disuado a alguien más, mejor.

El tiempo entre costuras, de María Dueñas. Éste es que decía el idiota. Cenicienta es costurera y, por azares del destino, llega a conocer a alguno de los personajes más importantes del primer franquismo, que resulta que era una persona cultísima pero incomprendida. Tras la guerra, se convierte en espía para los aliados y prácticamente cambia el sentido de la segunda guerra mundial, desde Madrid y Lisboa. Claro, que para entonces es prácticamente una especie de Coco Chanel, que marca el estilo de la alta costura de la época. Bien escrito, adecuadamente ambientado, lástima de trama...

La catedral del mar, de Ildelfonso Falcones. ¿Habéis leído Los pilares de la Tierra? ¿Entonces, pá qué más?

Tartessos, de Jesús Maeso de la Torre. En éste, la trama da igual. Que sea más o menos creíble es lo que menos parece importar al autor. Barroco y ampuloso, la sensación es que se compró cuantos diccionarios de sinónimos y decidió amortizarlos. Como he leído en algún sitio, "los personajes no conversan, declaman". Y para más inri, con alguna falta de ortografía.

El último catón, de Matilde Asensi. Una (inteligente) monja paleógrafa, un (despistado y guapísimo) profesor egipcio y un (misterioso) capitán de la guardia suiza del Vaticano. Un misterio terrible (terrible, terrible) que deben resolver. Menos mal que todos son muy listos, hablan un montón de lenguas muertas y que en Internet se encuentra rápidamente la información erudita y secreta que necesites sin problema alguno. Cueva y sociedad (mejor dicho: civilización) secreta, enamoramiento, protagonistas que sin haber corrido nunca hacen una maratón en una noche... Vamos, todo creíble y nada previsible.
 
La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Empieza con una trama fantástica, al estilo Michael Ende. Si en ese momento no huyes, acabas cayendo en un culebrón ambientado en los primeros años del siglo XX, con casas señoriales abandonadas y amores truncados. Íker Jimenez debería dedicar un monográfico a investigar el éxito de este libro y de este autor. En mi opinión, son uno de los grandes misterios de nuestro tiempo.

El manuscrito de piedra, de Luis García Jambrina. El único que se podría salvar. Con una ambientación creíble, una época bien recreada y muy correctamente escrito. Se lee bien hasta que aparece -cómo no- una cuevita con sociedad secreta dentro. Lástima. Qué daño ha hecho El código Da Vinci. Creo que ha salido una segunda parte, si no hay cueva puede que esté bien.

Conste que me he sujetado, me he mantenido en cosas escritas en español, y no he querido hablar de crímenes contra la humanidad cometidos en otros países. Cosas como la saga de la Auel (creo que ha perpetrado otro nuevo libro últimamente, y van...), de El Ocho o de cualquiera de los del magnífico Dan Brown.

Resumiendo: que no hay literatura para mujeres. O si la hay, desde luego no es ésta, porque estas cosas no se las merece nadie. Quien quiera leer, que lea. Pero que no haga tonterías.

10.10.11

Cada día peor

Anoche, después de cenar, preparé mi mochila. Los apuntes (por si puedo robar un ratito en el trabajo), el cable del teléfono, los pendrives. Un último vistazo al ordenador, y a la cama. Puse el despertador, leí un poquito y a dormir, que mañana se madruga.

Zzzzzzz....

6:45: Penguin Cafe Orchestra para despertar, mejor que ningún ruido desagradable. Toquecito al botón.

Zzzzzzz....

6:50: Otra vez. La Penguin insiste. Otro toquecito.

Zzzzzzz....

6:55: Er... joé, qué sueño.Venga, un poquito más. Toque.

Zzzzzzz....

7:00: Que dicen los de la música que ni toques ni ná. O apago en el botón de atrás, o no se callan. De modo que no me queda más remedio que despertarme. Pie a tierra.

Me acuerdo de que mañana he quedado para salir a correr (lo había prometido, ¿recordáis?), y como tengo zapatillas nuevas, decido ponérmelas hoy para domarlas un poquito en plan suave. Busco en el armario, localizo la caja, quito etiquetas. Fungusol para empezar con buen pie. Ya estoy casi despierto.

Hago mis abluciones mañaneras. Me peino. Despierto del todo.

Me miro en el espejo. Ojeras y cara de pasmo. No puede ser.

Gilipollas.

Lo he vuelto a hacer.

Hoy no tenía que ir a trabajar, tenía el día libre.


7.10.11

Flaca memoria

Me acuerdo. Empezaron la campaña electoral con un "OTAN, de entrada no". Y acabaron la legislatura ganando un referéndum tramposo:
El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
  • 1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
  • 2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
  • 3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?
Punto primero: Mandamos aviones donde haga falta, pegamos bombazos o tiros donde sea necesario, pero siempre en nombre de la paz y la libertad (duradera o no). Tal vez no estamos integrados, pero no nos hemos dado cuenta.

Punto segundo: ¿...?

Punto tercero: Nos lo pasamos por el forro, directamente.


30.9.11

Mejor no pensarlo

Este año no hemos tenido vacaciones. En una casa de cinco como la nuestra, con mi único sueldo y alguna aportación extraordinaria de la Baronesa, no ha dado para más. Dinero había, pero nuestro Petardo-Foster hizo un curso desastroso el año pasado, y éste no habrá beca. De modo que hay que estirar lo que tenemos. Y si eso implica no salir en verano, pues qué se le va a hacer.

Y no digo yo que no me hubieran hecho falta. Hace un tiempo, desde su cama de hospital, me decía la señora Ingalls que "después del año que había tenido", necesitaba salir a despejarme. Fui sincero cuando le pregunté a qué se refería, no tenía yo sensación de que el año hubiera sido particularmente intenso.

Es cierto que comenzó (en otoño, como empiezan los años) con un cuatrimestre cargadito de estudios: dos asignaturas del ciclo (una fuerte y otra flojita pero coñazo) que me faltaban para completar, y otra de la uni (álgebra). Además, recibir algún curso del trabajo, impartir un par de ellos de esos que permiten completar ingresos. Nada que no me atreviera a gestionar.

Teníamos previsto iniciar la obra de nuestro piso grande y viejo en febrero o marzo, cuando el apretón de estudios hubiera pasado. Pero en octubre nos dice nuestra inquilina que se va, lo cual implicó adelantar el calendario en tres meses y ponernos a buscar como locos albañiles, materiales y financiación. De modo que en los Reyes Magos nos trajeron azulejos, sanitarios, puertas, tarima y cascotes. Y una nueva hipoteca con que pagarlos.


(Maldición gitana: ¡Albañiles veas por tu casa!)

Allá por febrero, cuando conseguimos echarlos de allí a todos, hicimos la mudanza y los volvimos a meter en el sitio que dejábamos, preparándolo para nuestros nuevos inquilinos. Más cascotes, más azulejos y aún menos dinero.

Ah, y los exámenes. El de álgebra desastroso, pero al menos salvé la asignatura.

A todo esto, la enfermedad de mi madre continuaba el camino que comenzó hace tres años: cabrona, dolorosa y sin esperanzas. De modo que apretábamos los plazos para intentar traerlos a uno de los apartamentos que reformábamos en esos momentos, y que al menos los últimos meses mi padre se viera un poco arropado, a cinco minutos en lugar de cien kilómetros. No hubo modo, y murió en mayo sin aceptar más ayuda que la poca compañía que mi hermano o yo les hacíamos cuando podíamos coger algún día libre.

El final de curso con los niños fue duro, tal vez más que otros años: cursos más avanzados, peores resultados. La casa llena de cajas de la mudanza (y aún ahora, y lo que te rondaré). Algo más pendientes de mi padre, de ayudarle a reorganizar su vida. Mis exámenes finales, sin grandes problemas y sin notas espectaculares.

Y en julio llamaron a la Baronesa para trabajar durante el verano, con lo que se generó el círculo: está trabajando, tal vez podríamos permitirnos una escapadita. Pero no tiene días libres, no podemos salir. Si no trabajase, tendríamos días. Pero no tendríamos dinero, no podríamos salir.

En fin, que la próxima semana me toca ir a Madrid a un curso del trabajo. Y ahora que lo pienso lo mismo me viene bien, para despejarme.

27.9.11

No huele

Este no es el momento de confiar en que los gobiernos van a arreglar las cosas. Los gobiernos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo. Y a Goldman Sachs no le importa este paquete de medidas de rescate, y tampoco le importa a los grandes fondos de inversión. (toma ya)

No seamos ingenuos, no es el demonio. Tal vez este tipo ni siquiera sea un hijo de puta desalmado. Tal vez incluso sea cierto que quiera ayudar a la gente, aunque sea a su gente, a la que tiene miles o millones que se convertirán en decenas o cientos de miles o millones.

Lo que es seguro es que nada se crea ni se destruye. El dinero que alguien gana a espuertas sale de algún sitio. Por muy inflada e irreal que sea la economía global, debemos tener en cuenta que se apoya en algo sólido y tangible. Como puede ser el maíz o el mijo. Esos cereales que alguien en África ya no podrá comprar porque otro alguien ha logrado inflar su valor, para que los amigos de Rastani puedan mejorar su vida.

No importa que haya millones de cuasipobres en mitad de la desarrollada Europa, o del Imperio Estadounidense. O que los muertos de hambre en otros continentes sean decenas de millones. Lo que importa es lo que este tipo dice:

If a global recession is heading our way, then that is an opportunity.  It is an opportunity not just for me but for everybody, including you, dear reader. (y toma más)

Si no puedes con ellos, únete a ellos. Querido lector, transfórmate en otro pequeño hijo de puta. Conviértete en un buitre, aliméntate de cadáveres. Quedarán a miles de kilómetros, desde allí no llegará el olor.

Pecunia non olet.

[Actualización:]
¡Juas! El tipo no es más que un jeta que se la coló a todo quisque. ¿Pero ello hace que lo dicho sea menos cierto?

26.9.11

Nuevo año

Decíamos ayer que el año comienza ahora. O casi, porque mis múltiples cursos ya no comienzan en septiembre sino en octubre. Aunque el verano este año haya sido un tanto extraño -sin calor, sin vacaciones-, comienza el otoño y su avenida de horarios y obligaciones, unas deseadas y otras sin remedio.

También los buenos propósitos se renuevan ahora y no en nochevieja: mantener el contacto con los amigos, salir a correr, actualizar el blog...
 

14.6.11

Ni puta idea

No se enteran de nada. Siguen jugando a sus juegos, en sus reuniones exclusivas, en sus torres de cristal. Se sienten seguros, convencidos de que el mundo seguirá siendo como ellos desean, sometido a sus intereses.

Y probablemente así será. El poder seguirá siendo suyo, pero cada vez estarán menos seguros. En español, unos perroflautas (se) organizan y les montan un tinglao pocos días antes de las elecciones, y cambian la dirección de cientos de miles de votos. En islandés, por fin un político negligente (o corrupto) se sienta ante un juez por vender su país a los bancos. En italiano, ven como un referendum que pretendían minimizar ha crecido y crecido, y finalmente les ha estallado en la cara(dura).

Dice nuestro futuro no presidente que sin Internet estaríamos más seguros. Se equivoca únicamente en la persona en la que conjuga. Son ellos los que estarían más seguros, a salvo de los ciudadanos que les votaron, y que antes o después acabarán por pedir que se cumplan sus deseos. Aunque de modo ignorante, o hipócrita o maquiavélico conviertan en terroristas a unos hackers.

Muchas veces dudo y creo que son retorcidos y olvidan de qué modo la manipulación de la información le puede amargar la vida a un gobierrno, y de qué modo lo pueden acabar pagando en las urnas. Pero finalmente, acabo pensando que simplemente no tienen ni puta idea de lo que va esto.

1.6.11

Peter Parker y yo

Hace algún tiempo me criticaba una amiga:

- Es que no sé porqué no os podéis poner un nombre normal en el correo electrónico o en el feisbuc...

(ella dice y escribe feisbuc, y bien dicho queda)

Y no es que no tenga razón, porque el tener personalidad múltiple no trae más que complicaciones. A Peter Parker y a mí nos ha traído muchas, cómo no. La menor de las cuales es tener que atender tres cuentas de correo, amén de los follones que arma uno cuando no se da cuenta de a quién escribe desde cuál de ellas.

Pero es que cuando uno empezó -hará tal vez catorce o quince años- en esto de Internet y el correo electrónico nadie usaba su nombre real ni nada parecido. Nadie. Uno se buscaba algo fácil de recordar, graciosillo o cursi, según sus inclinaciones.

Pero Peter y yo llevamos tiempo dándole vueltas a la cosa de hacer pública nuestra identidad real, la que nuestros padres nos dieron, la que aparece en el DNI. Porque ni él ni yo hacemos nada malo, antes al contrario: ayudamos a quien podemos, sobrevivimos con lo que ganamos.



Es cierto que poner en el perfil de uno un camaleón o un huevo tipo twitter le ahorra a uno el rubor de ver su cara en cualquier sitio insospechado o indeseado. Pero tal vez sea un modo de ir mejorando de esto de la doble personalidad, que tal vez ya es hora.

Un día de estos me decido, sí.

22.5.11

No somos nadie

Realmente, no somos casi nadie: somos cuatro gatos los que creemos que otro tipo de convivencia es posible. Los que pensamos que nuestro voto debería prolongarse durante cuatro años, y no comenzar a ser manipulado a las pocas horas de ser emitido. Los que repetimos una y otra vez el voto inútil en lugar de echar más madera al tren que nos arrastra. Los indignados, los olvidados, los que respetamos y pedimos respeto.

Ellos manejan nuestros destinos, pero no nuestra vida. Nos ignoran, pero no podrán olvidarnos. Algún día llegará el nuestro.


3.5.11

¡Con chocolate!

Gritos por la calle, bocinazos, explosiones. Me acuerdo de lo que está ocurriendo en Libia, o en Siria... Alguien que lucha por cosas en las que le va la vida. Pero no, tan sólo son los seguidores del Madrid (o del Barça, tanto da) que celebran nosequé partido o nosecuál copa.

Diez días después, decenas o cientos de millones de personas se emboban viendo en televisión el boato de una boda, los fastos a los que acuden los vástagos de familias tocadas por el dedo de algún dios que les puso por encima de los demás.

Día por medio, desentierran a un medio santo en Roma, y se juntan otro millón de devotos para celebrarlo. Y quien nos representó en la boda, ahora nos representa allí. No sé si cerca o lejos de otro excelso invitado, una bellísima persona como es el señor Mugabe, del que deberían extraer reliquias ahora que está vivo (de huesos, de vísceras, de zonas dolorosas), por si algún día también lo beatifican.

Para terminar la temporada, ayer se cepillan a alguien que no digo yo que no esté bien muerto, no. Pero de ahí a que todo el mundo aplauda el hecho, pues no sé yo. Bueno, no todos. Si tengo que estar de acuerdo con alguien, es justamente con los que piden que una muerte no sea motivo de alegría. Que son justamente los del párrafo anterior.

Ya no es que no entienda nada, es que directamente me voy a comer cinco kilos de churros para ver si me encuentro a mí mismo.

19.1.11

No entiendo nada

No diré que hablo, pero sí chapurreo francés, inglés y portugués, y además (medio) entiendo el catalán. En mis viajes por lo largo y ancho de este mundo, cuando tenía que hablar con alguien cuya lengua materna no coincidía con la mía (porque a veces la del fulano era por ejemplo el ruso o el holandés), de un modo espontáneamente consensuado buscábamos una en la que nos pudiéramos entender. Sin más, sin problemas, nunca. A veces incluso, yo hablaba en castellano (español o román paladino) y el otro lo hacía en su lengua (generalmente portugués o catalán), conscientes ambos de que cada uno usaba la que le resultaba más cómoda, y habiendo comprobado ya que el otro le entendía perfectamente. Si, por ejemplo, estábamos hablando en español y el otro no me entendía algo, yo intentaba decir esa palabra o esa expresión en su lengua. Y lo mismo cuando hablábamos en otro idioma y era yo el que me perdía.

Hubiera sido imposible que nos hubiéramos comunicado si cada uno nos hubiéramos empeñado en hablar nuestro propio idioma, a despecho de que el otro lo entendiera o no. Es cierto que nos hubiéramos reafirmado en lo nuestro, en nuestra cultura y nuestra nación. Pero de un modo natural y educado buscábamos un punto común, lo cual parece lógico y económico.

Lo siento, pero hoy tengo una razón más para pensar que esa gentuza no es el tercer problema del país, sino el primero.