31.12.07

Otro más

Los buenos propósitos, el deseo de renovación, los planes de futuro, los mensajes del móvil, la exaltación de los sentimientos familiares, la dulce embriaguez del cava, los regalos deseados u obligados. Mi propio malhumor.

Todo vacío, todo mentira, todo impostura. Tanto que ni siquiera me produce amargura, únicamente hastío, una vez más, un año más.

Tan sólo se salva el concierto de año nuevo, tan brillante y previsible, tan repetido y alegre. El boato, las flores, la Marcha Radetzky. La belleza de la música, la inmutabilidad de lo perfecto.

17.12.07

Despistes

Maripé (en adelante, La Baronesa) tiene cada vez más despistes, la pobre. Me dice cosas que debo hacer para asegurarse de que no me olvide. Pero no se da cuenta de que ya me lo ha dicho varias veces, y es ella quien se ha olvidado. Todo se pega, decimos. Pero yo sé que no es eso.

12.12.07

El pueblo

He pasado cuatro días con mi padre, cogiendo aceitunas. De vez en cuando es bueno ir al pueblo en el que pasé las vacaciones de la adolescencia para recordar determinadas cosas, y para que algunas que ya sabía no se me olviden.

El vocabulario: Palabras que de otro modo no escucharías, como manzanillo, cornicabro, granillo, rustrir, vele'hí. Mides en fanegas y pesas en arrobas.

Las relaciones familiares e interpersonales. Alguien dice "¿Éste es el tuyo pequeño? ¡Qué grande!", mientras piensas que hace veintitantos años que dejaste de crecer, al menos a lo alto. Consigues mantener la sonrisa mientras esa tía lejana te sujeta la cara y te planta tres o cuatro sonoros besos por mejilla -labios de repetición, chuik, chuik, chuik- para luego llamarte prenda. Además, logras mantener tus ojos fuera de esa verruguita -con pelo y todo- y sonreír amablemente mientras no te fijas en el boatiné de la bata con la que recorre el pueblo. E incluso consigues que parezca que recuerdas el nombre de esos primos lejanos -¿uno o dos o tres? ¿salía yo con ellos?- y preguntas algo así como "¿Y tu gente?", y escuchas la historia de los nietos preciosos y lo bonito del piso que se ha comprado "su Mari Conchi".

La musculatura. Te agachas un tiempo, y cuando decides cambiar de postura porque te duelen los riñones, te das cuenta de que es casi preferible a que te duelan las piernas en esa otra posición. Y vas alternando, y caminando en cuclillas para ir cogiendo las aceitunas que no están tan separadas como para levantarte ni tan juntas como para arrodillarte. Por suerte, la mayor parte del tiempo vareas, y lo de menos son los callos que salen en unas manos que el resto del año se dedican a menesteres de señorito.

¡Ah, la poesía! Disfrutas de la luz de la mañana mientras ves el campo blanco de escarcha, y sabes que esa blancura promete ponerte los dedos rígidos a poco que empieces a coger aceitunas. Y das gracias, porque si en lugar de ese manto plateado, las negras aceitunas estuvieran perladas del rocío que deja el blanco velo de la niebla, cada vez que rozases una rama del olivo habría una gotita de agua helada y cristalina dispuesta a caer, asesina, en tu nuca.

La actualidad. Te pones al día de las trifulcas entre padres e hijos, tíos y sobrinos. Un canalón, unas ventanas que miran hacia donde no deberían, una misérrima parte de una paupérrima herencia son causa de disputas y de rencores eternos.


La economía. Te enteras de que los señoritos del pueblo, aquellos que poseían tantas fincas, ya tienen poco más que una casa enorme y desvencijada, aunque todos sus hijos hicieron farmacia o ingeniería o periodismo. Ahora, sus tierras las han comprado justamente aquellos de las peores familias -esas con cuyos hijos no debías juntarte- que poco a poco se han hecho con medio pueblo. Son los nuevos ricos: con decenas de pequeñas cercas -de esas que estudiabas como minifundios- con paredes de piedra y puertas hechas con cabeceros de camas antiguas. Cuidan el ganado, venden la leche, cultivan las tierras, cogen aceitunas y desarrollan todo tipo de actividades que no se reflejan en ningún sitio. Durante unos días al año trabajan en las calles contratados por un ayuntamiento que reparte de manera aquilatada y equitativa las peonadas para que todos cobren el paro agrario el resto del año.

Y el futuro. Viejos de ochenta y tantos años se cruzan contigo montados en un burro y rodeados de perros famélicos y desconfiados. Te saludan con la mano sarmentosa mientras van camino de una de esas fincas en las que tienen las vacas que traerán al pueblo al saneamiento de mañana, que viene el veterinario. Y tu padre te cuenta cómo el otro día justo ese viejo lleno de roña que a duras penas sabe firmar le pidió que le acompañase al banco, para que le aconsejase cómo poner a plazo fijo esos buenos pocos millones -en pesetas, los millones siempre son en pesetas- que ha ido juntando durante su vida, quitándose el frío con braseros de picón y matando el hambre con pan y torreznos.

Mis padres no acaban de hacerse a la idea de que cuando las heredemos, mi hermano y yo no pensamos mantener ni una sola de las propiedades que tienen en el pueblo...

3.12.07

Metaliteratura

En un par de horas o así recuerda uno las sensaciones que le llevaron a convertirse en un lector compulsivo.

El coche se va quedando frío poco a poco, y la luz de una farola tal vez no sea la ideal. Cuando uno llega a la última carta, la emoción se multiplica. Y el epílogo escrito por alguien ajeno a la trama añade la parte de realidad necesaria para que la historia se ancle definitivamente en el corazón.

Poco importa el desconocimiento de la literatura inglesa, los huecos en una trama tan lineal como exquisita, que no necesita narración para ser contada ni diálogos para mantener sus conversaciones.


84 Charing Cross Road. Helene Hanff. Editorial Anagrama. 13 Euros.

Tal vez encuentres un motivo para agradecer la Navidad, o para que alguien a quien quieres la agradezca.

31.10.07

La secta

Sus acólitos no se distinguen, en apariencia, de cualquiera que pasee por la calle.

Sin embargo, estos fines de semana se están reuniendo por millares. Colapsan las carreteras por las que se dirigen a su destino, los hoteles de la ciudad a duras penas pueden ofrecer alguna habitación libre.

Charlan en un lenguaje críptico para los no iniciados. Se cuentan sus esperanzas, de qué modo se han preparado, a veces durante años, para ese momento.

Puntualmente empieza la ceremonia: se organizan alrededor de los locales donde han sido convocados, y mientras un oficiante les reclama por su nombre, otros esperan de modo paciente -casi borreguil- el momento de ser llamados.

(aquí, un paréntesis: sólo ellos pueden saber lo que ocurre allí dentro)

Al salir, con la mirada ligeramente perdida y los ojos tenuemente brillantes, intercambian experiencias, cuentan a quien les esperaba fuera.

Algunos parten, otros esperan que sea el momento en que se juzgarán a si mismos, si estarán a un paso menos de entrar en ese cielo que ansían.

Uno de los celebrantes aparece como un nuevo Moisés, con las tablas por las que cada uno de ellos podrá juzgar sus aciertos, omisiones y pecados, sabiendo que por cada uno de éstos deberá pagar, tal vez muy duramente.

Para la mayoría, todo habrá terminado, tal vez para siempre, tal vez por años. Los más afortunados aún habrán de pasar nuevas pruebas para formar parte de los elegidos.

Y uno mismo no es en absoluto ajeno a todo ello.

11.10.07

Día de fiesta nacional

Es la pera. Llevaba un tiempo sujetándome para no desbarrar y no desvaríar. Pero él lo ha logrado.

Me da igual, señor. No me siento ni orgulloso ni avergonzado de nacer donde nací, de vivir donde vivo y de hablar lo que hablo. Si de algo me enorgullezco es de pensar por mí mismo y mantenerme ajeno a sus consignas, y a las de los otros. Y si de algo me avergüenzo es de que me representen señores como usted y su padrino en la sombra, con independencia de que haya sido con mi voto o no.

Ustedes sólo agudizan mi esquizofrenia.

Como soy un sensible, me cabrean los patrioteros, los nacionalistas y los independentistas por igual. Sean españoles, polacos o bosnios.

Como soy un insensible, me traen al pairo las banderas, los himnos y los símbolos patrios. Es más, siento un autismo cerril ante la idea de la patria, que ni fu ni fa, ni do ni re.

Como la música es parte de mi vida, y sí que me toca en lo hondo, cuando llegan días tan señalados tengo en mi mente una canción que representa lo que pienso y siento. Brassens, traducido por Paco Ibañez; en concreto este trocito:

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me pudo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado

Y ya puestos, tengo claro qué pueden hacer ustedes con sus himnos, sus banderas y su orgullo patrio. Y cuál es el único gesto que muestra lo que les guardo en mi corazón: éste.

27.9.07

Epitafio

No hay más, por ahora.

Sea pues lo ya vivido
el único consuelo de la ausencia
la gracia que prorroga los momentos.

Desvairá el tiempo
los contornos del recuerdo
dejando como un poso leve
la alegría
el amor
aquí,
en el pecho.

21.9.07

Completita

Soy como una caja de chucherías: tengo de todo.

Mi cuñada, describiendo su salud.

10.9.07

42

Es otro de los motivos por los que siempre he considerado que el año comienza en septiembre.

Algunos sabemos cuánto duele la primera vez que un niño te llama señor por la calle. A partir de ese momento, se debe considerar la posibilidad de que cumplir años empiece a ser una expresión fuera de lugar. Más apropiado tal vez sería decir que es la conmemoración del nacimiento de uno mismo, que es una expresión más utilizable en un futuro, e incluso por generaciones venideras.

Desde luego, este año debería ser el más propicio para encontrar la respuesta.


Pueden ustedes felicitarme, gracias.

7.9.07

Versión original

Ayer hablé con mi seño de piano, con su hijito a cassette. Al final se nos pasó el verano sin vernos, sin una pequeña clase, sin tomar un algo juntos y sin ver sus caballos. Pero bueno, como siempre.

Mi seño siempre me engaña, me mete en unos embolaos que me superan y me hacen sufrir durante meses; aunque es tan fina que hace para que parezca que he sido yo solito.

Un ejemplo: en junio estuvimos decidiendo qué cosas podíamos ir viendo Maripru y yo durante el verano, para mantenernos activos e ir adelantando cosas para el curso. Ella llevó partituras y yo también. Entre lo mío había una de uno de mis discos favoritos de George Winston, y además había varias versiones, algunas simplificadas. Empezamos como siempre: "¿cuál te apetece?", "esta me gusta, pero me parece complicada, dime tú", "sí, si te gusta puedes con ella", "¿seguro? mira que siempre me la lías...", "que sí, que no es difícil", y así un rato.

La madre que la parió.



Llevo todo el verano peleándome con la dichosa partitura. Para empezar, la cosa en sí está bastante por encima -en dificultad técnica, en velocidad- de lo que he tocado nunca. Pero además, la partitura en sí tenía bastantes errores, con lo que me ha tocado irla despiojando una y otra vez hasta poder imprimirla con cierta aproximación al original.

De momento, consigo leerla, muy despacito. Cuando digo leerla, digo tocar cada nota en su tiempo. De ahí a hacer música con ella, va un abismo.



Según para quién, esto no es nada. Por ejemplo, resulta humillante oir a mi seño tocar a primera vista determinadas partituras que no conocía, dándole incluso los matices correctos desde el primer momento. Para mí, serán necesarias horas y horas durante varios meses hasta que suene algo medianamente aceptable, musical. Horas de estudio y clases en las que ella irá añadiendo digitación, pedales, reguladores y anotaciones que ensuciarán la partitura -"no te importa, ¿verdad?"-, y que realmente la convertirán en otra, complementando los pentagramas, las notas, las claves con eso otro tan inasible que la transformará en música.

Para entonces, lo normal será que la toque de memoria, no miraré el papel. Pero en la mente y en los dedos quedará impresa tal y como esté en esos momentos: sobada, sucia, arrugada, pintarrajeada . Será mía.

16.8.07

Septiembre

Nos salva el verano de la impiedad de las prisas, del agobio de las obligaciones, de los horarios que marcan el día como quien dibuja líneas con navaja sobre una madera.

Y aún así, ¿quién no echa de menos las tardes de otoño, las clases, el olor a goma de borrar?


Aquí está, comienza septiembre.

9.8.07

Claridad


Avisados quedan.

(Qué suerte)

(¿Cómo estará el hielo cuando vuelvan?)

6.8.07

Rodríguez















Cortos días, bendito apellido.

31.7.07

Paranormales, sobrenaturales, extrasensoriales...

Orson Scott Card describe en los libros de Alvin Maker una sociedad en el que determinadas personas nacen con un don, y los demás lo reconocen en ellos como algo natural y deseable. Heroes es una serie de televisión en la que determinadas personas tienen cualidades sobrehumanas, y las ocultan para no convertirse en bichos raros, estigmatizados y tal vez perseguidos.

He conocido de cerca lo que significa poseer un don fuera de lo normal. Gente con una sensibilidad especial que les sacaba en parte de este mundo, y les colocaba a caballo entre lo sólido y lo intangible, entre lo racional y lo onírico. Personas que ocupaban esa situación tan peculiar, ejerciendo de puente entre dos mundos.


De todos ellos, pocos han sido capaces de mantener vivo su don e integrarlo en su vida. Algunos han renegado de él para integrarse en la normalidad. Otros lograron mantener el equlibrio, e incluso lo convirtieron en un modo de vida. Recuerdo una viejita que conocí en Barcelona, admirable en su poder y en su humildad, que había sacado varios hijos adelante haciendo uso de sus facultades.

Lo normal, sin embargo, es mucho más triste. Lo habitual es que esas capacidades -pon la palabra del título del post que más te guste, a mí me irritan todas- sean algo tan distintivo ante uno mismo y ante los demás que conviertan a su poseedor en un bicho raro, un colgado o un loco. También he conocido suficientes casos de estos, algunos muy de cerca.

En muchas sociedades antiguas, los dotados se convertían en brujos, chamanes o adivinos, y eran respetados y utilizados por su gente como un modo de mirar al otro lado; ese que a todos nos produce inquietud o temor, incluso a quienes niegan su existencia. Nuestra civilización nos ha pasado, a través de inquisiciones de tantos tipos como haya sido necesario, a esta orilla conocida. La opción es clara: en lugar de enseñar el significado de las visiones, es preferible eliminarlas. En vez de buscar el significado de los sueños, es preferible dormir sin ellos. Mejor que explorar las sensaciones inefables, etiquetar lo posible. Y lo imposible, lo onírico, lo inexplicable, mejor hacer que no aparezca, tacharlo de desvarío, considerarlo patológico para que pueda ser clasificado y convenientemente apartado, medicado.

Es cierto que hay mucho tunante, mentiroso o aprovechado. Como también lo es que hace mucho tiempo que renuncié a convencer a casi nadie de casi nada. Pero del mismo modo, uno sabe lo que ha sentido, lo que ha visto, las cosas por las que ha pasado. Y aunque alguien algún día sea capaz de convencerme de lo contrario, lo que aprendí sigue siendo mío, aunque llegase a mí por la vía de la irracionalidad, tal vez de la insania.
Veo durante años y más años a una de las personas más inteligentes y dulces que he conocido hundirse en la depresión y la tristeza. Veo cómo gran parte de lo que es va siendo sometida por quienes sólo son capaces de entender un mundo que sea plano y se encuentre al alcance de su inteligencia. Veo cómo su familia más cercana es incapaz de sustraerse al egoísmo, sin preocuparse por ella más que para cargarla con trabajos y responsabilidades incompatibles con su fragilidad, con su habilidad para manejar el mundo cotidiano. Veo que sus capacidades, sus sueños y sus visiones se van apagando bajo la influencia de las etiquetas y los medicamentos. Y veo que no hay maestros que puedan ayudarla, no hay amigos que puedan echarle una mano. Y ella lo ve, y no encuentra su sitio en este mundo, ahora que oye cómo se cierran las puertas que la comunican con el otro, el más real.

23.7.07

Comer, beber, ¿amar?

El sábado confimé mi teoría de que la especie humana no evoluciona.

Boda y banquete. Lo de siempre, como siempre. O peor.

Ellas, con esos escotes de media teta fuera -y los sujetadores asomando- y esos peinados -¿seguro que les quitaron los rulos?.

Comida para reventar. El buffet en el jardín, los entremeses, el pescado, la carne, la bebida a raudales.

Ellos, con esos trajes -incluso chaleco en el julio extremeño-, con corbatas de nudos enormes -o más aún, de esos retromodernos con alfiler.

La hermana del novio, cigarrillos y un detallito para ellas. El hermano de la novia, puros para ellos.

A quién no le suena todo.

Si bien es cierto que alguna cosa sí varía, no tengo claro que realmente signifique un paso adelante.

En la música de después, el grupo se se sustituye por un tipo con un portátil y los discos por una colección de mp3. Aunque la tercera canción sea "Algo se muere en el alma..."

Y los gritos. ¡Vivan los padrinooooos!... ¡Vivan los novioooos!... ¡Que se beseeeeen!... ¡Con lenguaaaaa!...

Arg.

17.7.07

Verano

Qué tranquilidad.

Se acabaron, de momento, mis vacaciones. Vuelvo al trabajo, a las costumbres y a los palizas diarios. Pero se nota el ritmo veraniego, con menos gente y menos llamadas.

Cuando llego a casa, se nota la ausencia de Petardo, que está de excursión -peazo excursión- a Suiza. Marichu con actividades matinales que queman su exceso de energía y la dejan para el arrastre, con lo que pasa la tarde relajadita. Y Gusiluz es rey, dueño y señor del ordenador; tanto que incluso se aviene a tocar un ratito el recuperado violín a cambio de tener aún más tiempo de maquinita.

Y encima, pones las noticias y casi no se oye hablar de política.

Qué tranquilidad.

26.6.07

Publicidad recursiva

Si tienes que ir a diseñar, redactar, maquetar o supervisar una campaña que luego se repartirá entre miles de chavales de instituto, es conveniente que:
  1. Hayas estudiado, como mínimo, hasta terminar la ESO; y por tanto tengas aprobada la asignatura de Lengua.
  2. No consumas sustancias estupefacientes durante un lapso razonable, antes de entrar al trabajo.
  3. Si eres el político o funcionario responsable de la campaña, lee con atención los puntos 1 y 2.
Que luego pasa lo que pasa:

5.6.07

La tristeza del cristal

Nos conocimos hace años, muchos años, y desde entonces intentamos ser amigos. Cuando ambos esperábamos que la vida sería algo tan maravilloso como nos mereciéramos. A ella la desengañaron enseguida, yo tardé algo más.

Nuestra relación ha sido la del visitante y los peces en un acuario. A veces uno de los lados llama la atención del otro, incluso despierta el interés o el intento de comunicarse. Pero en medio, siempre el cristal.

Cuando un humano se sumerge en el agua sus movimientos se vuelven torpes, su visión borrosa. Si un pez se sumerge en el aire es incapaz de sostenerse, por más que busque la ingravidez que el agua le proporciona. Cualquiera de los dos tiene los minutos contados, más allá de la superficie, hacia un lado u otro. Es incapaz de respirar, pero también lo sería de mantener su temperatura o su piel en buen estado si sobreviviese el tiempo suficiente sin oxígeno.


Así estamos. Ambos creemos saber cuánto nos quiere el otro, cuánto nos necesita. Pero cuando cualquiera de los dos ha intentado estar más cerca del otro, establecer una auténtica comunicación, ha sido un desastre. Hemos sido incapaces de salvar las diferencias entre nuestros mundos, tan distintos. Con los años, uno se vuelve más acuático y el otro más terrestre. A veces, un chapoteo en la superficie o una visión -distorsionada, siempre- a través del vidrio nos recuerda la existencia del otro, nos hace añorar su cercanía.

Es vital para ambos recordar que la importancia del cristal no radica en ser una barrera que separa, sino algo que sujeta cada parte del mundo en su lugar. Si faltase, alguien moriría ahogado.

4.6.07

Dinamarca

Me gusta el cine. Mucho. Me gustan todo tipo de pelis, y lo mismo me trago una peli de autor como una megahiperproducción americana llena de extras. Todo me gusta, si está bien hecho. Me gustan las pelis que me conmueven y las que me entretienen, las que me divierten y las que me hacen pensar.

El otro día fuimos La Gorda y yo al vidrioclús a buscar una para el domingo por la noche. A punto estuvimos de coger Kamchatka, pero al final nos decidimos por algo suave, "una comedia romántica", que decía en la carátula: Italiano para principiantes.

Bueno, pues todo depende de los conceptos que uno tenga, o de lo que uno espere de una película. De lo que entienda por romántico, pero sobre todo de lo que entienda por comedia. La verdad es que nos reímos bastante, pero buscando dónde estaba lo cómico. Y bueno, sí. Al final lo ves, más o menos. Para quien no la haya visto, es como si a Lars Von Trier le llegase el productor cuando tiene una peli casi acabada (el director no es él, pero para el caso es lo mismo):
Productor: ¡Pero tío, tú estás cada día peor!

Lars von Trier: ¿Ein?

P: Vamos a ver, machote. Romantica quiere decir que tiene que haber cosas bonitas, gente que se enamora, algún polvete incluso.

LvT: Sí, eso es según los viejos conceptos de...

P: Te callas, tontoelhaba, que aún no he terminado. Comedia, co-me-dia, quiere decir que alguna persona normal -y eso os excluye a tí, al resto de los colgaos del Dogma y a Tarantino- se pueda reir con las cosas que ve en la peli. Frases ingeniosas, diálogos con chispa. Cuando a alguien le pasan cosas chungas, la mayor parte de la gente no se ríe. ¿Comprendes?

LvT: Ya, pero es que la idea era que...

P: Que te calles, chaval. Ahora mismo me estás arreglando el guión y alegrándole el cuerpo al personal, en algún sitio que esté a mas de cinco grados bajo cero, y con algún mueble que no sea de mercadillo o de Ikea.

LvT: No puedo, porque...

P: Ni leches. O te pones ahora mismo o las próximas cinco pelis las vas a rodar con efectos especiales por un tubo, y todo el rato con steadycam. Tú mismo.

LvT: No, no, por favor... Ehhhhh... mmm... ¿Venecia, te vale?
Que no es que no me gustase la película, no. Pero es que ya podían haber puesto otra frasecita en la carátula, digo yo. Y que probablemente los daneses y yo somos bastante distintos.

Para continuar, uno de los últimos libros que he leído es "La señorita Smila y su especial percepción de la nieve". Magnífico y durísimo, con una protagonista que es como un sorbete: dulce y helada. Con un final que decepciona un tanto, pero sólo porque es imposible que esté a la altura del personaje.

Están locos, estos daneses.

Menos mal que siempre nos quedarán las galletas de mantequilla.


23.5.07

Heridas

Hace un tiempo, resbalé en el portal de casa y me di un golpe tremendo en el codo. Salvo un dolor local intensísimo, no parecía que la cosa fuera grave. El brazo tenía su movilidad y aunque la herida tal vez hubiera agradecido unos puntos de sutura, no me decidí a ir al médico y curó por sí misma.

Ya casi no me molesta, de hecho a veces pasan varios días sin que me acuerde. Pero en ocasiones me apoyo sobre esa zona, o me doy un pequeño golpe. Y en ese momento me doy cuenta de que aún debe de haber algo por ahí que no ha terminado de sanar, que tal vez hubo un hueso roto que debería haber sido escayolado.

Hace más años, hubo otra herida más interna pero no menos dolorosa. También en esa ocasión pensé que sería capaz de irla curando. Últimamente he llegado a la conclusión de que ocurrirá igual que con el codo: el dolor seguirá disminuyendo con el tiempo, pero no habrá forma de impedir que un pequeño golpe, un apoyo mal hecho o unas palabras a destiempo vuelvan a despertar la tristeza, la rabia, el rencor.

21.5.07

Significados

Nos pierden las palabras y nos encadenan los prejuicios. Nada hay peor que una palabra mal interpretada, o deformada por el peso de tantas ideas que nos han sido imbuidas, como decía Serrat, "con la leche templada, y en cada canción".

Allende los mares, Gilda lo entiende. Pero qué dificil es olvidar la educación y ser capaz de ir más allá de los significados asignados para dar una nueva vida a los conjuntos de fonemas.

Probablemente sea una rémora de la educación que recibí desde pequeño, esa que consistió en estimularme para que exprimiese al máximo mis capacidades, que las notas siempre fueran sobresalientes, que fuese siempre el primero de la clase. Para mí siempre fue natural, y cuando en la adolescencia descubrí que no era ese forzosamente el orden natural de las cosas, fue sorprendente. Dejé de ser el repelente niño Vicente y decidí confundirme con los demás, perderme en la normalidad de las notas que no destacan. Creo que nunca dejé de ser repelente, pero al menos lo intenté.

Cuando en el instituto me empeñaba en convencer a los demás de que no era un empollón, no lo hacía por modestia sino porque era cierto: no lo era. Lo que a otros les suponía horas de estudio en mi caso se reducía a un par de lecturas antes del examen. El Groucho -el profesor de matemáticas, con sus gafas, su bigote, sus andares encorvados, sólo le faltaba el puro- nunca me fue el monstruo que era para casi todos los demás, la trigonometría o los límites eran algo que entendía de un modo fluido. No estudiaba literatura: recordaba los autores, sus obras y sus ideas porque me interesaban, y además leía sus libros. Allá donde tenía un buen profesor descubría un mundo apasionante, fuera aprendiendo un idioma o a formular. No era un empollón, muy posiblemente era de los que menos estudiaban en clase, aunque nadie lo creyese. Intentaba ayudar a los demás, y si no era más popular era por mi acento foráneo tan fisno (sic), que en el mundo cruel de la adolescencia era un motivo tan válido como cualquiera para ser objeto de chanza.

Al cabo de muchos años, cuando decidí dejar la empresa privada, compitiendo con gente que tenía más tiempo y más estudios que yo, la historia se repitió: no aprobé una oposición, sino tres.

Es bueno conocerse, saber dónde están las cualidades y los límites de uno. ¿De dónde sale esa costumbre que considera que es educado descubrir e incluso hablar de los propios defectos, pero no las propias virtudes? Si soy torpe dibujando y lo digo, nadie se extraña. Si digo que soy inteligente, soy un engreído. Lo correcto es negar lo sobresaliente de uno para que sean los demás los que lo destaquen. Y si son ellos los que lo señalan, negarlo. A veces por pudor, pero en demasiadas ocasiones porque es lo correcto. A eso se llama modestia.

Creo que si uno tiene cualidades y las conoce, se lleva mejor consigo mismo. Quien se vanagloria de algo que la genética o la providencia le han concedido -fuerza, belleza, inteligencia-, es un estúpido. Quien sabe sus posibilidades y las utiliza -se hace deportista, modelo, estudia- hace lo mejor que puede hacer con aquello que le fue dado.

Tener determinadas cualidades nos diferencia y tal vez incluso nos otorga ventajas en determinados aspectos con respecto a los demás. Creo que lo importante no es negar lo que uno es o tiene, sino entender que eso no nos hace mejores que los otros, ni superiores en ningún sentido. Eso es ser humilde.

La modestia es un modo educado y tradicional de ser políticamente correcto, lo que no deja de ser una impostura, una cesión ante la hipocresía. La humildad, en cambio, es medir la insignificancia de lo que uno posee en relación con lo que le rodea.

A mi alrededor veo a diario personas que poseen cosas que para mí quisiera, con capacidad de dibujar, de bailar o con un sentido estético sorprendente, que hacen arte todo lo que tocan. Con un oído musical maravilloso. Con salero para hacer reír diciendo tres palabras. Con la magia que hace que su mirada o sus palabras curen a quienes les rodean. Ojalá todas esas personas admirables sepan lo que hacen bien y no lo nieguen, ni ante sí mismos ni ante los demás.

Si hoy he de rezar por algo, lo haré para que sigan poseyendo esos dones; y que sabiéndolo, sigan siendo humildes, nunca modestos.

14.5.07

Será tarde

En Badajoz hay un Conservatorio Superior de Música del se supone que salen grandes músicos: intérpretes, compositores, directores. Y parece que es así. Por ejemplo, la especialidad de arpa es de lo mejorcito del país. La Diputación debería sentirse orgullosa y recompensada del dinero que invierte en él. Pero parece ser que no es así, puesto que ha decidido que el próximo año no entrarán nuevos niños. Ya lo intentaron este año, pero hubo quien se los quiso comer y recularon, y entraron unos cuantos en según qué especialidades. Y ahora han vuelto a la carga, con más tiempo, para que nadie diga que no se avisó. De ahora en adelante, quien quiera estudiar en el Conservatorio, deberá entrar en el quinto año de estudios, superando un examen y cruzando los dedos para quedar en un puesto con plaza. O sea: opositando desde los once o doce años. Cómo se forme hasta ese momento, no parece importar.

También en Badajoz, el Ayuntamiento mantiene unas Escuelas de Música en las que quien así lo desea puede iniciarse en tal arte. Hay pocas especialidades (piano, guitarra, canto, percusión, violín y tres o cuatro de viento) pero algo es algo. Los profesores son gente joven, con contratos basura a los que deben opositar -también ellos- cada año, lo que permite al consistorio cortar la cabeza que sobresalga en el momento inadecuado, si ello es menester.

El Ayuntamiento y la Diputación conocen y reconocen su mutua existencia. Pero el uno no piensa ampliar las plazas que ofrece, ni las especialidades. Ni la otra piensa apoyar al otro para que lo haga.

Sí, claro: ambos están dominados por distintos partidos políticos. Y por supuesto, a todos ellos les resulta indiferente la cultura, la música y todo lo que no sea trincar votos en las elecciones.

Desde luego, a ambos les da igual que dentro de unos años ya no saldrán buenos arpistas. Mejor dicho, ni buenos ni malos. Tampoco gente que toque el cello, ni el fagot, ni tantos otros instrumentos que no parecen tener gran importancia.

Hay quien se queja de que en la Orquesta de Extremadura la mayor parte de los músicos no sean extremeños. Por mi parte, me parece perfecto que valencianos, vascos, polacos y rusos vengan a demostrar lo que valen y se queden entre nosotros. Si otras cosas no deberían tener fronteras, la música menos aún.


Dentro de unos años, cuando las aulas de ese nuevo edificio, tan pijo y tan exquisito, se vean vacías, recorridas tan sólo por profesores desocupados, tal vez alguien se lamente. Y entonces sí tendrá razón.

1.5.07

Adiós


Gracias por todo, maestro. Buen viaje.

10.4.07

Derecho canónico

Primero fueron las cintas de cassete, en las que grababa los vinilos para poderlos escuchar en el coche. Vinilos que ya había pagado, y de los que hacía copias privadas.

La cosa se fue modernizando, y empezaron a cobrarme por los CD y los DVD. Cada vez que compro uno, le pago a los innombrables un tanto por el lucro cesante de las copias privadas que tal vez haga sobre ellos. Ayer, colocando la mesa del ordenador en casa, calculo que tenía al menos cincuenta o sesenta discos con copias de seguridad o distribuciones Linux, por los que también he pagado el correspondiente canon. Aunque tal vez por mi parte sea un razonamiento erróneo, hace que me sienta legitimado para albergar en mi discoteca copias privadas (realizadas por mí o por otro) al menos en un número igual al de los discos por los que he pagado ese derecho sin ejercitarlo realmente. O eso, o que me den los medios para reclamar el importe que he pagado por ello.


El último despropósito es que una biblioteca pública tenga que pagar por prestar libros. En este caso, nuestros queridos congresistas -todos excepto un par de grupos- han sido sensatos y se han plegado ante el miedo a la multa diaria que la CE les imponía en caso contrario. O pagas, o pagas. Si esto es ser europeo, a mí que me borren. No entiendo nada, las decenas de libros que he sacado de bibliotecas a lo largo de mi vida no han conseguido abrir mi mente para que comprenda esto que me parece una barbaridad. Como me parece una barbaridad que nos digan que el dinero no saldrá de nuestros bolsillos, sino de las Comunidades Autónomas y el Gobierno asumirán los costes. Ah, claro. Es que ellos tienen una maquinita que genera dinero para que no salga de los impuestos que nosotros pagamos. Lo que pasa es que como leemos poco -y menos a partir de ahora, puesto que habrá menos fondos disponibles- somos unos iletrados a los que es sencillo hacer creer cualquier cosa.

No digo en este país, sino en esta Europa que nos han hecho los políticos (porque no la hemos hecho los ciudadanos, desde luego que no) importa poco la opinión de las personas de a pie, a los que ellos dicen representar. En este caso, los propios autores no consiguen entenderlo. Yo tampoco.

7.4.07

Nunca es tarde

Dicen que perro viejo no aprende trucos nuevos. Pero hoy, La Gorda1 ha aprendido a montar en bici, a sus treinta y ocho años, en una hora o así.
Cierto es que el profe era bueno2, pero eso no desmerece su gesta. Además de dominar el asfalto le permitirá quitarse alguna etiqueta que la familia lleva años adjudicándole.


(1).- Pesa cincuenta kilos o así, no me vaya a salir algún bienintencionado que...
(2).- Yo bisbo, ¿quién si no?

3.4.07

Cara y cruz

No sé en qué mundo viven estos tíos.

Si ya estaban lejos del mundo, pretenden estarlo aún más:

El arzobispado cierra una iglesia 'roja' en Vallecas

Normalmente, me resulta indiferente lo que hagan estos tíos que se suben al púlpito y miran desde arriba a los demás. Desde luego, tengo claro que si me tuviera que acercar a la religión que mis padres intentaron inculcarme, estaría mucho más cerca de esto que de esto:

Pero en esta ocasión espero que en el pecado lleven su penitencia, y que los católicos de bien les den p'al pelo. Ojalá ésta sea su cruz.

Porque tengo claro cuál es el otro lado de la moneda:

Desde luego, estos tíos tienen mucha, mucha cara.

2.4.07

Sueño literario

Hoy he soñado un libro de Paul Auster, o tal vez mío.

Siempre he dicho que si no escribo más cuentos, o alguna novela, es porque me cuesta mucho trabajo crear historias dignas de ser contadas, creíbles y con sentido. Teniendo la historia, escribirla es un esfuerzo relativo, más de laboriosa artesanía que de pura creación. Envidio a quienes son capaces de imaginar personajes y situaciones como para escribir libros de cuentos con treinta o cuarenta relatos.

Mientras dormía, sabía que soñaba un libro. El sueño era como la imaginación que aporta imágenes cuando leemos, de ese modo tan especial en el que se mezcla la visión del autor con la nuestra. Oía o leía las palabras, y las imágenes las reflejaban. Me encontraba en la piel del personaje, sabiendo que no era a mí a quien le ocurrían esas cosas, pero aún así sintiéndo las emociones que él vivía. Supongo que es difícil de imaginar, pero en su momento todo transcurría naturalmente, en las diversas capas que componían el mundo onírico y literario. El protagonista (americano, cómo no) y su vida, su padre, la mujer a la que conocía y terminaba amando, sus peripecias y los ambientes (finalizaba en Portugal, en un pequeño pueblo cercano a Lisboa) eran perfectos para una novela de Auster.
Una vez despierto, pese a mis esfuerzos, no consigo reestablecer la lógica de la historia, que en su momento era perfecta. Me siento incapaz de plasmarla de un modo coherente. Supongo que si Auster termina por escribirla, podré decirle a alguien: "Ésa era, es la que yo soñe". De algún modo, compartiré críticas y éxito con él.

7.3.07

Asco

Tiendo a aislarme del mundo exterior. Durante largas temporadas, no he sentido la necesidad de ver los telediarios, oir las tertulias de la radio, leer los periódicos.

Si en alguna ocasión me he sentido ligeramente culpable por hacerlo (aquello de la torre de marfil y demás), estos días he ido acumulando motivos para añorar esas temporadas de sordera con relación a todo lo que se sitúe a más de quince metros de mi ombligo. Y hoy he terminado ahíto de tragar basura, de unos y de otros.


No voy a concretar más ni a poner enlaces que les apunten ni a afirmar mis opiniones sobre argumentos del tipo la mía es más grande o y tú más y tus amigos también. No merecen ser citados ni apuntados. En lugar de un link, hoy les dedico a todos ellos el más grande de los desprecios.

Que les den.

5.3.07

Pequeñas alegrías

Brevemente:

- Mi hijo y un gran amigo me han pedido que les instale Linux en sus ordenadores. Y encima, han quedado contentos con el resultado.

- Estreno de verdad del telescopio: el eclipse de luna del otro día. Desde la ventana del salón, en mitad de la ciudad. No es el mejor sitio, pero a cambio todos los de la familia -de ocho a ochenta- disfrutamos del espectáculo.

- Aún estamos viendo la ceremonia de los Oscar de este año. Da igual que se entregasen hace una semana, siguen siendo un espectáculo para disfrutar cuando hay tiempo, con sofá y chocolate ;-). M'encanta, sí.

Por lo demás, que nadie se preocupe: todo está bien, pero tengo mucho a lo que atender. Y todo lo que ahora recuerdo tener en tareas pendientes me apetece hacerlo, así que no hay agobio ni estrés. El blog sigue vivo, pero necesito hibernarlo para atender a otras cosas, a otras personas. Tal vez lo despierte mañana, tal vez dentro de quince días.

No se vayan todavía, aún hay más.

14.2.07

Amor y matemáticas

Ojalá el amor fuera algo tan fácil de decidir como un uno o un cero, como un "te quiero" o un "no te quiero".

O tal vez no. Tal vez sea más fácil vivir en los múltiples puntos intermedios entre esos dos estados. Supongo que se podría inventar alguna función matemática. Un límite al que tiende el amor en función de otras variables. ¿Os acordáis de los tiempos del instituto?
Claro, la cosa no puede ser tan sencilla. Si el amor dependiese de una única variable (llámalo x, y sustituye x por respeto, o por cuidado, o por entrega, o por paciencia), la cosa sería fácil y casi seguro que la función sería lo que matemáticamente se llama contínua, y desde luego el límite estaría perfectamente definido.

Un suponer, un problema. Siendo a la función que representa el amor; cuando el respeto r tiende a cero, ¿a donde tiende la función?.
La respuesta era evidente, quien no sea capaz de ver la relación lo lleva muy mal, para mí que suspende el curso.

Claro, dependiendo de los valores que vaya tomando la variable que nos interesa, el límite tendería a cero (indiferencia), a más infinito (te querré siempre) a menos infinito (te odiaré siempre) o a un punto concreto y determinado ("hasta aquí, te quiero; pero no te pases").

No sé mucho de matemáticas, y desde luego no sé si se podría hallar el límite de una función con varias variables. Para mí que no. O sea, siendo r respeto, c cuidado, e entrega y p paciencia, en función de las variables, ¿a dónde tiende el amor?:

Definitivamente, la cosa sería más sencilla si el amor fuera digital y binario. Sí o no, blanco o negro, uno o cero. Al menos, si se pudiera resumir en pequeños trocitos que pudiéramos examinar. O grabar en un lápiz usb para cuando fuera necesario.


Sea como sea, creo que hoy (yo, que aborrezco las celebraciones a fecha fija) me esforzaré por maximizar los límites de mi amor, y de que ella lo sepa. Porque hoy, tanto tiempo después, sigue siendo algo importante e irreemplazable en mi vida.

A todos, feliz San Valentín.


12.2.07

Armas de destrucción masiva

No es noticia, pero más de uno se quedará tranquilo al comprobar que existían, y aún existen.

Existían, existen y están entre nosotros. Si bien no son mortales de necesidad, los daños resultan irreparables. Las autoridades en este caso han decidido no tomar medidas, aunque prefiero no imaginar el motivo.



Por mi parte, siéntanse libres de bombardearles, o llévenselos a Guantánamo.

(Ahora que lo pienso, el título... ¿tal vez no era destrucción, sino distracción? Bueh, total...)

7.2.07

Satyagraha

De qué modo todo cambia, todo se tergiversa, todo se convierte en un calcetín que se da la vuelta en función del propio punto de vista (o de ceguera).

El término sánscrito Satyagraha significa algo así como "lucha por la verdad". Pero en el ideario de Gandhi, que fue quien lo popularizó, implica más cosas. Supone la lucha por algo justo, aún a costa de grandes sufrimientos personales. Y sobre todo, implica el deseo de cambiar al oponente mediante la fuerza del amor y de la verdad. Lleva aparejado de modo indisoluble la ahimsa, significando la no-violencia física y mental.


Gandhi ayunaba para cambiar lo que había a su alrededor, para ejercer presión sobre sus oponentes o sus partidarios, era un ayuno apoyado en la propia espiritualidad que pretendía cambiar el corazón de los otros, a los que siempre consideraba dignos de respeto, por más que adoptasen posturas contrarias a la suya. La ahimsa no se limita a ejercer una resistencia pasiva, pretende subvertir las ideas del otro hasta cambiarle en lo íntimo.

Las huelgas de hambre son un modo de llamar la atención a la sociedad, haciendo que se fije en un estado de injusticia irresoluble por otros medios. Implican el deseo de derribar una ley o una situación de abuso, pero no conllevan ninguna idea de mejora personal, ni en uno mismo ni en el otro. Son una medida de presión para que ese otro acepte ciertas exigencias, pero no pretenden cambiar su corazón.

Casi siempe el ayuno y la huelga de hambre son respetables, por lo que tienen de renuncia y de disposición al sacrificio personal. Casi.

Cuando un asesino reconocido y jactancioso decide denunciar una situación personal que considera injusta, duele ver que precisamente manipula un arma -en sus manos lo es, sin duda- que los no violentos crearon y usaron para el interés común.

Supongo que Gandhi, Lanza del Vasto, Luther King se remueven en sus muertes y le esperan, deseosos de explicarle un par de cosas.

18.1.07

Explicación

No es por deciros nada,
sino para vivir eternamente
por lo que escribo esto.
Es mi codicia lo que amáis.
No me he quedado con nada.
He despreciado todos los honores.
Imperial y misteriosa,
mi codicia os ha hecho esclavos.

                     Leonard Cohen

16.1.07

5 tonterías, 5

Quede muy claro que hago responsable de este post a mi reciente amigo rythmduel (ya sabéis quién es el maestro armero, en este caso). Me invita a contar "cinco cosas de mí mismo que no haya contado en mi blog, y por tanto se suponga que mis lectores (los asiduos, se entiende) no saben de mí". Desde luego, son cosas que no sé a cuento de qué iba a contar si no, así que bueno, allá van:

1.- Una de las facetas más estimulantes de mi anterior trabajo se desarrollaba a cuarenta metros del suelo, en torres de comunicaciones: subías, te atabas y te soltabas de manos para trabajar, a veces durante varias horas. Para quien no haya experimentado algo parecido, decir que pese a las medidas de seguridad, el cuerpo ve el vacío a los pies y segrega adrenalina de un modo que, cuando deja de ser tu actividad habitual, tienes mono.

2.- Soy un estuche de habilidades inútiles: muevo la nariz, las cejas (por separado: Sobera, bueh) y las orejas. Puedo cruzar los dedos de los pies (si no llevas sandalias, vale para mentir sin que te pillen), y doblar sólo la primera falange de cada dedo de las manos, manteniendo recto el resto del dedo (esto es difícil de explicar, si puedo pondré una foto).

3.- En mi familia (sobre todo la política), tengo fama de que siempre encuentro sitio para aparcar. Por algo será.

4.- Una para mayores de cuarenta: he compartido en muchas ocasiones mesa y mantel -e incluso habitación de hotel- con el abuelo de la Saga de los Porretas. Es un personaje por sí mismo, y sin necesidad de guionistas.

5.- No soy médico pero escribo como si lo fuera: llevo tantos años haciéndolo a máquina primero y luego con ordenador, que cuando tengo que usar lápiz o boli, nadie que no sea yo -y a veces ni siquiera yo- entiende aquello (no he probado con un farmacéutico). La solución de escribir siempre en mayúsculas no siempre funciona.

Para terminar, me tomo un antigripal para no contagiar el virus a otros cinco incautos. No soy capaz de rechazar una invitación (soy así de amable y simpático), pero es que estas cosas me cuestan mucho trabajo, y no quiero maltratar a nadie...

15.1.07

Comenta, que algo queda

Llevo suficientes años moviéndome por Internet como para conocer lo suficiente acerca de la netiqueta que cualquiera bien educado debe usar en sus relaciones virtuales. Nunca escribo con mayúsculas, siempre pongo asunto en mis mensajes de correo, no hago caso a los trolls. No recuerdo ninguna vez en la que le haya dado caña a alguien o no haya sido medianamente descortés sin pretenderlo.

Pero en esto de retransmitir la crónica de mi vida y de las pequeñas tonterías que a veces se me ocurren desde luego me reconozco ignorante. Resulta raro que esas pequeñas ocurrencias acaben siendo leídas por otros, y mucho más raro que esos otros se tomen la molestia de hacer comentarios al respecto.

Si hay por ahí algún lector asiduo, habrá comprobado que prácticamente nunca contesto a los comentarios. Tal vez alguien haya dejado uno o siete y se haya sentido menospreciado por mí, porque no he contestado a sus apostillas. Veo que otros blogs de los que más leo contestan a todos los que les escriben. Tal vez debería hacerlo yo también.


Pero es que, normalmente, no sé qué decir. No salgo de mi sorpresa cuando veo que nosecuantas personas han entrado en este espacio, y algunas incluso se han paseado por él durante diez, veinte o cincuenta minutos. Eso me apabulla hasta el punto de que en momentos decido no mirar las estadísticas, porque me descubro pendiente de ellas de un modo que me parece por momentos insano. No porque las mire muy frecuentemente, sino porque me doy cuenta de que me importan tal vez más de lo que deberían, sobre todo cuando veo que suben de una semana a otra.

Escribo para que me lean, pero cuando alguien me dice que me ha leído siento mucha vergüenza, llego incluso a ruborizarme (a mi edad, tiene narices). Y si es en directo, no os podéis hacer idea.

No sé si lo correcto sería demostrar que las apostillas me halagan por el interés que suponen, y me interesan por lo que aportan. No sé si debería contestarlas o no, pero desde luego me gustaría que cualquiera que pase por este espacio y quiera dejar su firma se sienta no sólo libre de hacerlo, sino además invitado a ello. Y sobre todo, agradecido, muy agradecido por mi parte.

8.1.07

Placer

A ver quién averigua, de un primer vistazo, de dónde sale esto:


Por el otro lado, dice -entre otras cositas- lo siguiente:


¿Ya sabes de qué va? Pues sí, justo en eso en lo que estabas pensando. ¿Hay algo mejor en la vida?

Desde luego, a mí me encanta. Solo o, mejor aún, en buena compañia. Sean cuales sean tus preferencias, por mi parte te invito.

6.1.07

Regalos

Da que pensar hasta qué punto Internet se cuela, poco a poco, en mi/nuestra vida.

La cosa es tan así que los regalos estrella de estos Reyes han llegado a casa de un modo u otro a través de los bits:


Para Petardo, un reloj binario, imposible de encontrar en mi ciudad: lo tuve que pedir pro Internet. Para quienes no lo conozcan, es un relog tan digital que en lugar de mostrar las horas y los minutos como números, los muestra como combinaciones de unos y ceros, representados por lucecitas encendidas o apagadas, según sea el caso. Lo único que no me gusta es ser yo quien lo ha regalado, y no quien lo ha recibido. En su día lo vi en Microsiervos, ¡¡y me lo pedí yo primer, jo!! Pero bueno, por un hijo se hace todo.



De los mismos chicos es la culpa de que se el poseedor de uno de los ya casi legendarios Lidlscopios. Por una vez, tengo un gadget que uno de ellos desea y no tiene. Para lo que me gusta y acostumbro (e incluso predico) es un regalo caro y poco útil (?), pero como dice mi Maripé, es algo de lo que tengo ganas desde que nos conocemos (hace más de media vida), así que según parece me lo tengo más que merecido (debe de ser por la paciencia, porque no se me ocurren más motivos). En cualquier caso, la cosa tiene miga: dos días seguidos de niebla cerrada, no se veía más que una valla publicitaria que está al otro lado de la calle, y a ratos ni eso.

Y finalmente, algo que ya me había regalado, a su manera, Amanda. Los de oriente tomaron nota, y fíjate tú:


Creo que este año debo de haber sido muy bueno, porque si no, no se explican estos regalos y alguno más que ha caído. Ni esto, ni el hecho de que aparezcan determinadas personas que voy encontrando por aquí. Gente sin rostro pero llena de palabras, de ideas y de sabiduría. Ya he nombrado a una, y no nombraré al resto para no olvidarme de nadie. Otro día me explayaré a placer sobre este tema, pero quede claro que -sin foto- es todo un regalo, tal vez el mejor.

3.1.07

Velocidad


Para iniciar el año, nada mejor.

Te acuestas e inmediatamente se pone en marcha la montaña rusa: a un lado, al otro, un looping completo. Disney, Port Aventura e Isla Mágica en la intimidad de tu dormitorio.

Jodías cervicales...

1.1.07

¡Atención!

Aviso a toda la población:

El simulacro de Paz y Amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse.